Como las manos se aletargan,
encontrandose en la barriga,
con los dedos cruzados encima del ombligo.
No hay nada que hacer, nada de nada,
sin efectos al fín, sólo falta todo.
Sentados en el sofá,
nos miramos un poco más y nada,
me pasas el porro y lo doy unas caladas,
un poco más de fantástica evasión;
el mundo real es una cortina de humo
para nuestro surrealismo desconcertante.
Porque es el momento oblongo.
Es el rato tranquilo y farragoso,
que se ha colado por la ventana esta tarde.
Nos quiere inertes esta noche.
Para que decir cualquier cosa,
si esta nada nos envuelve delicadamente,
en suave parafina asfixiante:
dejaremos volar a nuestros sueños,
que alcancen la cordura de lo real.
martes, 24 de febrero de 2009
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