viernes, 6 de marzo de 2009

En comisaría

sale el humo de su boca,
se aupa diligente al piso superior.
sus palabras son entrecortadas,
su pulso es inconstante.

"hoy he matado a un gnomo",

tiene las manos sucias
de sangre seca y
restos de casqueria.

Le pregunté cómo lo hizó:
"lo apresé por el gorro,
que llevaba sujeto al cuello,
después lo corte en dos,"
ha venido por cuenta propia.
no soportaba más
el peso en su conciencia.

soltando lastre criminal se aligera.
el detective jefe entra al trapo.
le interroga, zarandeándalo.

"un ser tan pequeño,
¿porqué lo has hecho?,
¿qué podía hacer él contra ti?"
"Quería saber como era por dentro.
solo tuve curiosidad."
"y que había?"
"cinco cebollinos y un anca de rana."
"yo esperaba que hubiera ensalada.
en cualquier caso usted ha matado,
y debe ser castigado por ello."

lo condujó a la celda,
contigua a mi despacho.

cinco días más tarde, el asesino
seguía con las manos en cruz,
arrodillado, con un libro en cada mano;
por lo menos le quedarían quince más,
y después le darían el tercer grado.

toMarta

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