I
Nuestro jardín
se fue pudriendo;
primero,
las malas hierbas
se apoderaron de él,
ni siquiera querian.
Se dejaron mandar
por gusanos de seda,
venenosos,
ellos hacen túneles
por debajo.
II
Nuestro jardín
tiene tantos árboles
enganchados, los unos
con los otros,
mirandose:
con la luz del sol.
Entretejiendo las vidas
de los arbustos podridos,
se encuentran con
un ministro del Señor
que no logra,
que no logra entender.
III
Nuestro jardín
necesita del columpio
que un día compramos.
No quiere mecerse con
el viento de poniente.
Pero le gusta verlo.
Acariciando las noches
en oro vano.
IV
Nuestro jardín
se vacía de nosotros,
decide viajar.
No sé que pasará,
cuando le contemos
que no es más
que un jardín inmovil.
V
Pero mientras,
ya sabes, hagámoslo
cómo quisiendo;
recordar las noches
de oro, en vano.
miércoles, 17 de diciembre de 2008
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario