Por las dulces carreteras soñaban,
otros querían no ser soñados,
"¡Por favor!,
¿A quién quereís engañar?"
"Ten," le dije, "cógelo."
Ella lo cogió y el sueño se asustó,
lo sostuvo de manera atávica,
sabiendo que sólo era ESO.
"Cógelo con cariño,
antes de que se desvanezca."
Como otra ilusión perversa.
Esta vez lo cogió con menos miedo,
con más afecto e ilusión.
El sueño se hizó grande,
se alimentó de su esperanza,
poco antes de desvanecer. Esfumado.
Kapput.
Así que otros sueños ocuparon
su lugar, llegarón otras esperanzas
y de ellas surgieron nuevos temores,
todos ellos dulces a su manera.
Parecía que valía la pena estar vivo.
2 comentarios:
Y esta manía que tiene la gente de hablar de los asuntos privados en sitios públicos, de dónde sale?
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