jueves, 8 de enero de 2009

Cuatro Impulsos


Tus manos, no me tocan,
me hieren la piel fina.
Son garras de acero,
punzante democracia
de metal hiriente, alla van.


Me degradan.
Aspiran.
Y después lo sueltan.

Se entrometen en mis venas,
El odio dispara vino,
resulta ser rancio,
venenoso y agrío;
cada golpe, una brecha más.

Puntos de sutura.
Insoportables,
al tacto de tus intenciones.