Paso de ti, nena. Tu ya no me quieres, sabes lo que haré?
Todas esas caricias que me legastes, las rompere en mil pedazos y en el fondo del río las hundiré, harán blub-blub-blub, ahogaditas quedarán. Hoy, decididamente, paso de ti y de tus historias, ya no quiero que me llames, ni me escribas ni te dignes a pronunciar mi nombre; ya lo sabes, te he advertido. Ahora no me digas que no sabías y no querías, sabías perfectamente lo que querías; cómo he sido tan idiota de no darme cuenta?
Mi whiskie nunca fue tan diafano, ¿te enteras?
Niñata con pechos turgentes y medias de seda, me has engañado bien, pero ahora ya me enteré, ya no puedes engañarme más. A esa nena que suporaba feromonas -se paseaba por la rambla contorneandose sin ahorrar ni un movimiento de cadera-, le habría dicho cualquier historia y me habría enrollado con ella en medio de la calle; ya es tarde, pero ganas no fataban. Calla y anda. Walking, que es gerundio. Sería sólo por despecho, mujer.
Tan sólo por paliar la sensación de soledad que me provocas. Aún no existes y ya te añoro. Ya te ansío y me desdigo por ti aturullado por tu encanto.
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